Verano del 1975
Transcurría el mes de enero del año 1975 (tiempo de vacaciones de verano en Argentina). Llegaron a mi pueblo, Metán, en la provincia de Salta, las hermanas María Storari, Lina Spaltro y la señorita Victoria Gonzales (actual HdO) para conocerme y conocerlas; ya que estaban regresando de Misionar en otro pueblo del Norte Argentino, acompañadas del Sacerdote que sabía de mi inquietud vocacional, que surgió de un sueño que tuve: donde Jesús en persona me invitaba a seguirlo, 
mostrándome sus manos con las huellas de los clavos que sangraban muy llagadas, pero tenía un rostro sereno y sonriente, haciéndome sentir que necesitabas las mías para que le ayude a levantar agua de un río muy cristalino…
Ese primer encuentro con las hermanas fue muy emocionante y desafiante a la vez: Si quería hacer parte de las Hijas del Oratorio, debía enfrentar el traslado a otra nación para el noviciado y que allí se hablaba otra lengua (italiano).
Dentro de mi corazón yo guardaba «Mi sueño» que fortalecía la invitación de Jesús a superar todo obstáculo que se me presentaba.
Ha decir verdad es el día de hoy que ante las penumbras actuales que experimenta el mundo entero, ese rostro sereno y sonriente me sigue iluminando.
Ese año 1975 llegué a Caseros desde Metán acompañada por las hnas. María Storari y Josefina Gnocchi, conocimos la noticia de la Beatificación de nuestro Fundador.
La Gracia de Dios más grande fue poder estar presente con ellas el 1° de noviembre de 1975 en la Plaza San Pedro de Roma, participando de la ceremonia de Beatificación del hoy San Vicente Grossi.
Cierro con una acotación. Las hijas del oratorio tenemos como una de las características que nos dejó el Fundador:¡Sonreír a Todos! Mi Jesús sonría sereno en medio del sufrimiento y el agua del río cristalino, la veo en el mar de niños que llevo acompañando en estos 45 años de vida que llevo caminando con y como Hija del Oratorio.
María Santísima, a quien tanto amo, le encomiendo la misión del Instituto.
Hna. Ana Rosa
