La misión es vivir en el tiempo del Espiritu Santo. Antes de la ascensión, el Maestro estaba entre nosotros ahora sigue viviendo en nosotros.
La misión nace de una experiencia con el Maestro donde te sentiste Acogido, Amado y Perdonado.
La mision inicia cuando mi historia se concecta, se sincroniza con el grito de una determinada humanidad, que está pasando por las misma situación de esclavitud, opresión, sufrimientos que yo estaba viviendo, hasta que el Maestro me encontró. Por eso mi historia puede convertirse en una página sagrada que tiene la fuerza de iluminar a esa humanidad a la fui llamada. Nadie puede ocupar mi lugar porque mi historia es insustituible. La misión la puedo acoger o rechazar. Mi elección revelará de que madera estoy hecha, si mi experiencia de Dios se queda en un simple recuerdo, de algo que fue en el pasado, una idea, un concepto teologico o si esa experiencia es la revelación de un Dios real que se manifiesta como el Emanuel, El Dios que asume y se hace cargo de la historia del otro.

En sintesis la misión nace del sentirse amado porque me hace capaz de amar, no a palabras sino con acciones. La encarnación de este amor no es poesia, ni una cuestion de romanticismo, el amor para ser amor pasa necesariamente por el misterio Pascual, porque me voy a encontrar con la hostilidad, los miedos, las sospechas y el mal de esa humanidad que espera por mi.

En los años de misión en Quito, aprendí dos cosas importantes.
Para entrar en la oscuridad del otro tuve que encontrar una razón para vivir, esa razón a la que me aferré con dientes y uñas fue un Carisma que me brindó la identidad de hijas del Oratorio y una Pasión, los jóvenes, ayer fueron los de Carcelén Bajo, hoy son los de Ciudad Nueva.

La segunda cosa que aprendí, es que sin gestos concretos de valentía, bondad y gratuidad no se puede estar de pie en medio de la oscuridad, a los miedos, al mal del otro porque me podian deshumanizar. A mi me llegaron estos gestos del Maestro a través de los jóvenes que se rindieron ante el amor de Dios. Ellos me hiceron sentir que el Maestro es el Emanuel, uno que está conmigo.

Entonces Vivir en tiempos del Espíritu, significa, vivir en el tiempo de la encarnación del amor y de la esperiencia de Dios. ¡Buen Camino y buena elección!

Hermana Gabriela Rios