Estar con los jóvenes

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Me siento a escribir en relación a los jóvenes y tengo en mente una imagen, que pienso nos acomuna. Cuando estamos mirando una película que nos atrapa, no podemos separar todos nuestros sentidos de aquello que está sucediendo, sintiéndonos también nosotros, dentro de esa ficción, como protagonistas de la misma. Esta es la imagen que me viene a la mente como Hija del Oratorio cuando pienso y rezo por el Sínodo de los jóvenes. Una realidad atrayente, apasionante, jubilosa cuando difícil. «El estar con los jóvenes», libre y gratuitamente para nosotros hombres y mujeres de acción nos puede parecer una pérdida de tiempo. Se está junto a ellos para alcanzar algún objetivo, tenemos necesidad de ser siempre productivos y que ese estar lleve siempre de la mano un hacer.

Mi experiencia con los jóvenes fue y es sobre todo una experiencia de presencia. Un ESTAR… no soy la religiosa de grande eventos, tampoco la religiosa de grandes grupos. Soy la religiosa de ese tu a tu necesario para crear confianza, para instaurar dialogo, para practicar la escucha más que para generar palabras.

En mi vida consagrada, viví en la realidad juvenil, experiencias muy distintas, dictadas por las diversas situaciones socio-económicas-culturales donde me encontré a lo largo de todos estos años. Pero siempre el punto firme fue ese ESTAR CON. Esto es siempre lo que me moviò, fuè mi fuerza, mi empeño. Los jóvenes tienen necesidad de puntos de referencia, tienen necesidad de personas capaces de jugarse por ellos, y como Hija del Oratorio esto me es de estímulo y también de examen de consciencia. Se habla tanto del mundo juvenil, pero ¿estoy con ellos? Damos catedra sobre lo que va o no de los jóvenes, pero… intuyamos sus necesidades, sus ansias, sus aspiraciones en una realidad que les ofrece tan poco?

Pensando a los jóvenes pienso al Vangelo di Luca 9, 46-50 «quien acoge este muchacho en mi nombre, a mi me acoge», por eso valorar la vitalidad de los jóvenes es acogerlos… respetar su creatividad es acogerlos… Quizás nos tocará también acoger la exuberante  frescura que nos aportan, el límite de riesgo y de valentía que ellos tienen, pero aun en eso estamos llamados a acogerlos.  El Instrumento de trabajo del Sínodo se ocupa de la franja de jóvenes de 16 a 25 años. En mi realidad de hoy, en 9 de Julio,  y teniendo presente esa edad propuesta por el Sínodo no estoy directamente dentro, pero esto no disminuyo en mi ese deseo profundo de estar con ellos, gratuitamente, en la escucha, y de estar presente en la realidad de ellos en continua y veloz transformación.

A las puertas de este Sínodo me siento de decir: «Bea, non truncar la ilusión de los jóvenes de ser tales… acompaña, está, escucha y toma consciencia que en los jóvenes no hay falta de valores, no hay autodestrucción… en ellos hay una energía sincera que necesita un terreno propicio para poder florecer».

Hna Beatriz Vezzaro

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